Amor a primera vista

Amor a primera vista

La primera vez que le vi, estaba sentado al frente de su computador mientras se tomaba a pequeños sorbos una bebida humeante que le empañaba las gafas; bien podía ser un café, una infusión o un chocolate con clavos y canela. Tecleaba con rapidez y mirando a fijo a la pantalla, con una habilidad pasmosa. Podía estar haciendo una carta de amor, redactando su testamento, elaborando un informe, chateando con una mujer en algún portal de citas… qué se yo, todas eran conjeturas. Mi única certeza es que ese hombre de cara impecable y peinado de medio lado me robó la atención y uno que otro suspiro. Hablar de amor a primera vista sonaba tentador pero apresurado.

 

amor a primera vista
Imagén extraída de: https://bit.ly/2HsMj7X

 

No paré de mirarlo de re ojo esa tarde de miércoles de cualquier abril. No sabría explicar lo que me producía ese hombre porque hay cosas que no se dicen, se sienten, tampoco por qué se sienten, solo pasan. El corazón genera muchas preguntas pero pocas respuestas. En una de esas escudriñadas con mi vista, el levantó la cabeza para estirar su cuello que traqueó en toda la ciudad, y cómo si lo estuviera llamando nuestras miradas chocaron; yo sentí que me habían pillado y con ligereza voltée a mirar Susi, una de mis amigas que estaba al frente y en la cual podía ocultarme perfectamente para poder mirarlo.

 

La vergüenza de haber sido cogida con los ojos en la masa por él me obligó a concentrarme en la conversación con Susi y Andre. Hablábamos del futuro viaje de Andrea a Australia, hacíamos planes para visitarla y en algún momento mi identificador de miradas se activó y oh sorpresa, era el chico misterioso del que apenas conocía la marca de su computador. Lo pillé y me sentía más tranquila y además de tranquila nerviosa, ¿qué me estaba pasando?, amor a primera vista o pendejada.

 

Mis amigas se percataron de la situación y empezaron a hacer chistes pero luego hablamos seriamente del tema. Para Susi el amor a primera vista sí existía porque lo había sentido en varias ocasiones así en ninguna hubiera trascendido, en algún momento de la vida todos hemos hecho clic con personas que van y vienen. Andre fue más reacia, puede ser porque en el amor ha sido muy demalas y todo lo relacionado con el tema le parece “una mierda”. Mientras sosteníamos el debate, él se paró cruzó dos palabras con el cajero, firmó su factura y se fue sin antes voltear su cara para regalarme una mirada fugaz. Vi como se desvanecía su figura en la oscuridad de las siete de la noche.

 

Pedimos la cuenta y fuimos a pagar, cuando estaba guardando mi billetera el cajero me entregó una factura de pago con una nota detrás que decía “Linda mirada. Andrés”. Por delante tenía su firma y su teléfono y le había pedido el favor al cajero de que me la entregara cuando me fuera. De eso me enteré dos días después cuando me decidí a escribirle. Hoy quise recordar la historia porque volví al café pero esta vez sin mirar a otra mesa con disimulo, ahora miro sus ojos, a mi lado, con toda la tranquilidad del mundo mientras tomo su mano y le sonrío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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