Por: Anónimo
Dicen las mujeres que los hombres no solemos percatarnos de los pequeños detalles, que somos planos, básicos y superficiales y aunque si son características muy de nuestro género, sigue siendo una generalización irresponsable porque seguro hay una porción de nosotros que es todo lo contrario, a menor o mayor medida. Esto depende de la personalidad de cada uno, como hay quienes solo les interesa ir al grano otros disfrutamos del viaje completo, desde la salida hasta la llegada.
Y se los voy a demostrar describiendo o escribiendo lo que es para un hombre las brasileras, los cacheteros y los brasieres, que son prendas que no usamos pero que todos quitamos y solo unos pocos detallamos. Por ejemplo, hay tanta diversidad de panties como de seres humanos, es más, me atrevería a decir que cada prenda de ropa interior tiene una personalidad, quizás suene inverosímil personificar una prenda, pero a mí, cada una de ellas me genera y me transmite emociones, como si fueran personas.
Brasilera:
Esta prenda acapara la atención siempre, es traviesa y pareciera que siempre pide con malicia y timidez una caricia o un beso en sus cercanías. Invita a cruzar fronteras y a derribar límites, insinuadora y coqueta pero todavía recatada porque insinúa y esconde. No hay imagen más maravillosa que ver ese hilo frágil perdiéndose en los parajes más recónditos de la intimidad femenina y no hay acto más heroico que ir a rescatarlo, porque no es necesario que lo pida para saber que es lo que quiere. La brasilera o tanga o como la quieran llamar, nos gusta más allá de su diseño por su forma, aunque no voy a negar que el encaje, sobre todo el semitransparente, tiene un encanto especial, es como si sintiera la necesidad de rescatar a alguien que pide auxilio para ser sacada de una jaula.
Cachetero:
El Cachetero no muestra tanto pero puede llegar a decir mucho dependiendo su diseño. Que muestre poco no quiere decir que no nos guste, a mí me parece que guardan un misterio especial, juegan con la expectativa de saber que hay al otro lado. Sin embargo, nada como un cachetero corto, de esos que tapan con recelo la mitad y la otra la dejan a merced del tiempo y el espacio. A favor de esta prenda está también la capacidad de resaltar de forma natural la silueta femenina, la embellece y la honra.
Brasier:
Es la puerta de entrada al cuerpo de una mujer, no solo porque es lo primero que se ve sino también porque es el punto de partida, generalmente. Lo es si lo permite el broche que a veces se aferra tanto que parece que se negara a dejarlas expuestas. Es un protector celoso al que tienes que convencer de que te autorice la entrada a ese lugar del que nunca quisieras salir. Y ese proceso de ganárselo o más bien de perderlo es fascinante cuando todo termina con ese ‘clic’ tenue que suena cuando se sueltan los broches, entonces te sientes victorioso porque sientes que lograste cruzar la puerta.
Estas prendas son la conexión entre el universo interior y exterior de la mujer y es nuestro deber interpretar y disfrutar ese universo que muchas veces ellas crean para nosotros. A los hombres les diría que disfruten cada parada de ese viaje interplanetario en el que, finalmente, el destino termina siendo lo menos importante. Esos hombres fríos que quitan la ropa como si pelaran un banano están más que perdidos en el camino.