Para ser sincera nunca le había puesto cuidado a un partido de fútbol. Es más, ni había hecho el intento porque nunca le encontré la gracia a ver a 22 tipos corriendo de un lado a otro detrás de un balón. Por eso y porque palabras como “fuera del lugar”, “transición defensa – ataque” y “triangulación en el tercio medio”, entre muchas otras, lejos de sonar divertidas me hacía recordar a las aburridas y tediosas clases de aritmética del colegio.
Hace poco, en vista de que se aproxima el mundial, un evento en el que es imposible ser indiferente, decidí entrar en calor viendo un partido de la Champions League en el que se enfrentaban el Real Madrid vs Juventus, dos equipos tan grandes que hasta yo sabía de ellos. Y sí que entré en calor, de técnica y táctica poco pero de alimento visual muchísimo. Me di cuenta de que perdí mucho tiempo tratando de encontrar motivación en el fútbol colombiano para aguantar 90 minutos en frente del televisor. Ahora que con atención reparé cada jugada de los europeos creo soportar cuatro y cinco partidos seguidos.
La primera encrucijada la tuve a los dos minutos de partido, no sabía si los ojos más hermosos eran los de Dybala, un argentino de pupilas brillantes con una cara milimétricamente perfecta, o los de Toni Kroos, un rubio con peinado de medio lado y unos ojos tan celestes como el cielo al que me hizo subir. Obviamente los nombres los tuve que anotar en el celular para seguirlos en Instagram y dos días después ya me les sabía el nombre de memoria. Hay esperanzas.
Los narradores criticaban la generación de juego de Juventus y yo no entendía por qué, pues a mí me generaban muchas cosas, especialmente Dybala, Buffón y Barzagli, los dos últimos catanos de ensueño con canas en sus cabelleras y barbas perfectas. Yo no sabía si los quería como papás o como esposos y esa fue mi segunda gran confusión.
¿Quién quería que ganara?, qué importaba si la gran ganadora ta había sido yo. En el tablero la victoria fue para el Real Madrid pero en mi corazón hubo empate técnico. Isco, con sus nalgas y sonrisa picaresca y Sergio Ramos con su rudeza y porte de guerrero terminaron por dividir mi cabeza.
Mi conclusión es que ambos equipos cuentan con el suficiente poder ofensivo como para invadir mi zona, debilitar mi defensa y hacerme muchos goles, muchísimos. Estoy lista para el Mundial de Fútbol. Para verlo y para analizarlo porque como pueden darse cuenta, ya tengo el criterio y el conocimiento necesario.