No hay sensación más placentera que llegar a la casa a quitarse el brasier. Sientes como si en un segundo te desabrocharas todas las penas del mundo e inmediatamente te conviertes en un ave que surca los cielos con plena libertad. Y no exageramos, eso solo podremos decirlo, sentirlo y entenderlo las mujeres. Hay días en los que nos estorba, en los que nos sentimos ahogadas, en los que solo queremos llevar nuestros senos tan libres como nosotras; sin que nos miren, sin que nos juzguen y sin que nos acosen.
Y es que el uso del brasier ha sido un tema de debate médico y social de más de un siglo. Cuando las mujeres se cansaron de los apretados corsets, que más que una prenda parecían una cárcel intracorporal, se patentó el primer sujetador por allá en 1914, una alternativa mucho más cómoda y estética. Sin embargo, pese a la evolución de la prenda, con diseños cada vez más estéticos y materiales mucho más cómodos, un gran porcentaje de mujeres siguen reacias a su uso.
Para mí el brasier es un mal necesario, con sus pros y sus contras, lo fundamental es encontrar un equilibrio entre estética y confort y por las siguientes razones no deberíamos prescindir totalmente de su uso:
- El brasier nos brinda firmeza, con el pasar del tiempo lo agradeceremos y nuestros senos también, pues así se evita que se descuelguen más rápido de lo normal porque por naturaleza en algún momento de la vida van a hacerlo.
- Si tienes senos grandes, por salud, es mejor usar sostén. El peso de estas generan afectaciones en la espalda bastante incómodas y difíciles de superar.
- A las que nos gusta hacer deporte tenemos que buscar un top ideal que nos brinde firmeza y comodidad, pues el bote constante puede generarnos lesiones.
- El brasier ideal puede hacerte ver el busto firme y bien formado, sobre todo para quienes lo tienen un poco caído.
- La lencería es un condimento especial que aporta bastante sazón a los momentos de seducción. Hay que darle la importancia que tiene. (Lee también De brasileras, cacheteros y brasieres)
- Lastimosamente no vivimos en una sociedad lo suficientemente culta y madura, ¿quién quiere ser morboseada y acosada por hombres todos los días por llevar los senos al aire?, paso.
En la vida hay que buscarle el equilibrio a todo y el brasier no es ajeno a esta filosofía, como reza el dicho popular “ni tanto que queme al santo ni tan poquito que no lo alumbre”. Amamos la comodidad, la libertad y la autonomía pero también la salud y nuestro aspecto físico. Póntelo cada que lo necesites y quítatelo cada que puedas.