Que las mujeres somos el sexo débil ya es un mito del pasado o, realmente, siempre lo fue. El machismo y su discurso de superioridad realmente encubren un temor desde siempre: que el género femenino domine el mundo con capacidad categórica. Poco a poco y a pulso nos hemos ganado nuestro lugar en el sistema, aunque aún no como nos lo merecemos, todavía el desequilibrio entre las condiciones de hombres y mujeres es más que palpable. En la política – recordemos que antes ni podíamos votar -, en el deporte, en la literatura, en la ciencia e investigación, en el periodismo, en el emprendimiento, entre otras ramas, las mujeres han demostrado lo equivocada que ha estado la sociedad al relegarlas.
Y vale la pena detenerse en esta última, el emprendimiento. Emprender es un camino al que llegamos impulsados por la necesidad, tanto hombres como mujeres, y nosotras básicamente estamos obligadas por factores determinantes como estos: la falta de buenas oportunidades laborales y el oficio de ser mamá. También, buscando la independencia y la autonomía que no se tiene siendo empleada.
En sus proyectos de vida no todas tienen planeado ser mamás, lo que de alguna manera les resta ciertas preocupaciones que indudablemente tenemos las que sí lo deseamos, ¿con quién dejaré mis hijos?, ¿quién los educará mejor de lo que yo puedo hacerlo?, ¿les darán todo el amor que solo una mamá puede brindarles?, la verdad son preguntas tan inquietantes como agobiantes. Todas las mamás soñamos con ver crecer nuestros hijos y estar presente para ellos. Maryory Valdés, experta en marketing y desarrollo personal para mamás, dijo en su blog Kaizén Éxito que “(…) emprender es un desafío para las mujeres, el mayor desafío teniendo en cuenta que sus hijos aprenden con el ejemplo. La mejor educación la otorgas cuando desde tus experiencias diarias ellos pueden extraer que se puede y que no hay cabida para rendirse”.
Si bien el emprendimiento es una labor ardua, como la de ser mamá, es tan importante tener voluntad como constancia. Por eso el primer consejo es; no busques momentos para emprender, el momento es ahora, desarrolla tus ideas, investiga y ve más allá, así empezaron todos los grandes empresarios. Seguramente te vas a encontrar con dificultades, la clave es convertir esos obstáculos en motivación, superarlos será clave para ser diferente a los demás, en el mundo organizacional lo llaman técnicamente “convertir amenazas en oportunidades”.
Por lo anterior se hace importante tener y establecer contactos y fuentes que puedan asesorarnos antes y durante el desarrollo de un proyecto, es necesario tocar puertas. Por último, un aspecto fundamental para que todo funcione es la planificación del tiempo, un cronograma nos ayudará a tener orden y nos facilitará la ejecución de las tareas propuestas, cuando somos independientes es vital tener claro cómo y en qué vamos a invertir nuestro tiempo.
Analizando con detenimiento, emprender y ser mamá son procesos similares que requieren del mismo cuidado y la misma atención, uno va en la cabeza y el otro en la barriga, a los dos hay que gestarlos, cuidarlos, invertirles y amarlos, lo más importante es hacerlo con convicción, persistir y nunca desistir ¿por qué no ahora?